¿Cómo podemos cultivar un ambiente en nuestra escuela que motive a los estudiantes a hacer preguntas más significativas?

¿Sabías que los niños, en promedio, hacen alrededor de 300 preguntas al día durante sus años de preescolar? Sin embargo, a medida que avanzan en el sistema educativo tradicional, la cantidad de preguntas que realizan disminuye drásticamente. Cuando llegan a la secundaria, el estudiante promedio ya no hace preguntas. Según Warren Berger, autor del libro "Una pregunta más hermosa", esto ocurre porque la educación se enfoca demasiado en exámenes estandarizados, tareas y actividades centradas en obtener respuestas correctas, no en hacer preguntas. Esto desalienta a los estudiantes a cuestionar y apaga su curiosidad.

Ken Robinson y otros pensadores educativos como Warren Berger argumentan que los sistemas educativos tradicionales a menudo desalientan el cuestionamiento, suprimiendo con el tiempo la curiosidad natural de los estudiantes. En este modelo, las escuelas tienden a centrarse en pruebas estandarizadas, la memorización mecánica y la entrega de respuestas fijas, en lugar de fomentar un ambiente donde se promueva la indagación. A medida que los niños avanzan en el sistema educativo, comienzan a hacer menos preguntas, en parte porque aprenden que su papel es proporcionar las "respuestas correctas" en lugar de explorar posibilidades o desafiar ideas existentes. Este cambio ocurre porque el sistema prioriza la conformidad y el cumplimiento sobre la creatividad y el pensamiento crítico, lo que lleva a los estudiantes a desconectarse de su deseo innato de aprender y explorar el mundo que los rodea.

Una buena fuente para entender este concepto es el libro de Warren Berger, "Una pregunta más hermosa", donde explora por qué el sistema educativo suprime el cuestionamiento y cómo reintroducir la indagación puede llevar a un aprendizaje más profundo e innovación. Berger enfatiza que fomentar una cultura de curiosidad en las escuelas podría dar lugar a estudiantes más comprometidos, reflexivos e innovadores.

¿Qué mejor manera de explorar la importancia de las preguntas que haciéndonos preguntas?

¿Cómo podemos cultivar un ambiente en nuestra escuela que motive a los estudiantes a hacer preguntas más significativas?

Observar la enseñanza y el aprendizaje en Jacarandá revela rápidamente un enfoque diferente. Al iniciar el día, los estudiantes llegan a la escuela y son recibidos con una pregunta: ¿Cómo estás? Esta primera "verificación" del día les ayuda a entender que han llegado a un lugar seguro, lleno de personas que se preocupan por ellos y su bienestar. El ritual de la vela, mencionado en otros blogs y estudios de caso, también está guiado por una pregunta: "¿Cuál es tu intención para el día?", "¿Qué te gustaría lograr?" o "¿Cómo te sientes?"

El JacaStory también es un detonante para el desarrollo de preguntas. A medida que se despliega la historia, los maestros animan a los estudiantes a hacer sus propias preguntas sobre lo que ven, piensan y se preguntan. Los estudiantes de secundaria también participan en el cuestionamiento, reflexionando durante los análisis literarios grupales.

Al observar las interacciones entre los estudiantes y sus maestros, se puede notar que la relación entre ambos difiere considerablemente de las dinámicas tradicionales a las que estamos acostumbrados.

En un entorno escolar tradicional, los maestros proporcionan respuestas a las preguntas de los estudiantes y rara vez, si acaso, les hacen preguntas a ellos. Piensa en la típica "¿Esto estará en el examen?" o imagina a un maestro diciendo: "La respuesta correcta a la pregunta cinco es 21". También, "¿Alguien puede decirme qué simboliza la ballena en el libro Moby Dick?" En cambio, los maestros de Jacarandá siempre hacen preguntas. Si un estudiante llega con un problema, como "No puedo resolver esto, o esto no me esta funcionando", en lugar de decirle qué hacer, el maestro hace preguntas que invitan al estudiante a explorar el problema y encontrar soluciones.

Otro ejemplo: supongamos que los estudiantes están creando un juego de mesa con sus propias reglas. Tal vez una de las reglas no permite que el juego fluya bien. En lugar de decirles que hay un error, el maestro pregunta: "¿Has revisado tus reglas para asegurarte de que tengan sentido y sean fáciles de seguir? ¿Cómo podrías mejorar tus reglas después de revisarlas?"

El hecho es que la educación tradicional ha tendido a ignorar el inmenso poder de la indagación en el aprendizaje. En su libro "Una pregunta más hermosa", Warren Berger comparte que hacer "preguntas hermosas", es decir, aquellas que son ambiciosas pero abiertas, puede llevar a una comprensión mucho más profunda de un tema, abriendo oportunidades para la innovación y el crecimiento personal.

Según Berger, cuando motivamos a los estudiantes a formular sus propias preguntas, los transformamos de receptores pasivos de información en aprendices activos y comprometidos que están motivados para explorar y resolver problemas de manera creativa. Este cambio se observa claramente cada día y en cada clase del Colegio Jacarandá.

Berger enfatiza que el sistema educativo actual tiende a priorizar las respuestas y la "memorización mecánica" sobre el arte de hacer preguntas. Cuando los maestros actúan como guías que ayudan a los estudiantes a formular y plantear sus propias preguntas, pueden desarrollar aún más sus habilidades de pensamiento crítico, navegar la incertidumbre y cultivar una mayor curiosidad y motivación para adquirir conocimientos. Esto fomenta una mentalidad de aprendizaje continuo, una habilidad que muchos empleadores buscan. En un mundo en constante cambio, esta es una habilidad indispensable que se desarrolla a través del arte de hacer preguntas más hermosas.

Las investigaciones de Berger muestran que cuando los estudiantes generan sus propias preguntas, es más probable que se involucren en un aprendizaje significativo. Formular tu propia pregunta significa pensar críticamente sobre lo que deseas saber, lo que no sabes y lo que necesitas descubrir. Este proceso involucra profundamente a los estudiantes en su propio aprendizaje, abriendo la puerta a una comprensión más profunda del contenido. Esto puede observarse cuando los estudiantes de Jacarandá presentan sus proyectos, que siempre están diseñados para responder una pregunta que ellos mismos han preparado con la guía de sus maestros.

Cuando haces tu propia pregunta, tomas control de tu aprendizaje, es así de simple. Los estudiantes de Jacarandá no son oyentes pasivos que absorben el contenido dictado. El gran pedagogo Paulo Freire acuñó el término "Concepto Bancario", una metáfora que explica cómo el modelo de enseñanza tradicional trata a los maestros como banqueros y a los estudiantes como cuentas vacías que solo esperan ser llenadas con información. En este contexto, los estudiantes no aprenden realmente, simplemente memorizan sin cuestionar. Aquí los maestros son la autoridad que posee todo el conocimiento y los estudiantes se espera que lo reciban, lo que desincentiva el pensamiento crítico.

Como resultado de su propio análisis crítico sobre el estado de la educación, Freire contrarrestó el concepto bancario con lo que llamó "educación problematizadora", que enfatiza la importancia de hacer preguntas. Engancha a los estudiantes en diálogos donde, junto con los maestros, co-crean el conocimiento. En lugar de memorizar información para luego copiar lo memorizado en un examen, los estudiantes desafían la información, piensan críticamente, analizan y discuten. Freire dice que la educación debe centrarse en la liberación, empoderando a los estudiantes para convertirse en pensadores independientes.

En Jacarandá, los estudiantes desarrollan confianza, porque entienden que sus preguntas y perspectivas son valiosas y reconocen que tienen la capacidad de buscar y encontrar sus propias respuestas. 

El Instituto Right Question, mencionado por Berger, desarrolló una técnica llamada Question Formulation Technique, que enseña a los estudiantes a generar, refinar y priorizar sus propias preguntas. La investigación muestra que al involucrarse en este proceso, los estudiantes mejoran sus habilidades de pensamiento crítico y su rendimiento académico.

En Jacarandá, todos siempre están haciendo preguntas. Existe un entendimiento compartido de que son las preguntas las que crean un sentido de pertenencia y desbloquea el potencial de cada estudiante y maestro. En este entorno, los miembros de la comunidad educativa no temen cometer errores, entendiendo que el aprendizaje es un viaje, no un destino. 

El éxito de Jacarandá en promover esta cultura de indagación destaca el potencial transformador de priorizar las preguntas en el aprendizaje. Este contexto educativo no solo hace que aprender sea más divertido y dinámico, sino que también prepara a los estudiantes con el pensamiento crítico y la creatividad necesarios para navegar un mundo globalizado, donde hacer preguntas más hermosas es más valioso que todo un internet lleno de respuestas.


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