La Velita de Jacarandá: Construyendo Independencia y Fomentando Resiliencia Emocional

En su libro «Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Compulsory Education» John Taylor Gatto comparte sus preocupaciones relacionadas al modelo de educación tradicional.  «Enseñó a los niños a rendir su voluntad a la cadena de mando predestinada». En un aula tradicional, a los niños, a los jóvenes e incluso a los adultos en un taller de formación se les suele decir o señalar cómo deben sentirse. Como alumnos del sistema tradicional, los sentimientos auténticos son eliminados y sustituidos por la Dependencia Emocional. Esta es otra de las lecciones peligrosas exploradas en «El juego de aprender» de Ana Lorena Fabrega. Ella destaca el hecho de que las escuelas parecen enseñar a los niños a confiar en sus profesores para que les digan cómo deben sentirse. Propone preguntas maravillosas como ¿Y si animamos a los niños a aceptar sus propias emociones? ¿Y si les ayudamos a trabajar sus sentimientos? 

Cuando forzamos la conformidad, pedimos a los alumnos que reflejen las emociones de los demás o los excluimos por completo, las personas de nuestro entorno de aprendizaje no pueden esperar aprender a regular y gestionar sus sentimientos ni a desarrollar resiliencia. ¿Cómo es posible que la escuela tradicional siga enseñando esta peligrosa lección? Incluso cuando se enfrentan a los efectos continuados y agravados del cierre de escuelas durante la pandemia de COVID 19. 

En el Colegio Jacarandá la dependencia emocional se contrarresta con un enfoque pedagógico único. Un enfoque que sitúa a los alumnos en el centro y se preocupa principalmente por su bienestar socioemocional. Caminando por los pasillos, observando el tiempo de juego en el parque y el patio de recreo, es difícil no ver a profesores y estudiantes comprometidos en la regulación y gestión de sus emociones.

Pase un día en Jacaranda y verá a los profesores manteniendo conversaciones con alumnos de todas las edades. Estas conversaciones nunca empiezan con afirmaciones, siempre empiezan con preguntas.  Así se ayuda a los alumnos a reflexionar sobre cómo se sienten, a explorar por qué se sienten así y a encontrar una solución para aliviar esos sentimientos o emociones. En este caso, los profesores son guías que ayudan a los alumnos a desarrollar y reforzar su resiliencia y su capacidad de acción, en lugar de decirles cómo deben sentirse. 


Quizás el desmontaje más impactante de la peligrosa lección de la dependencia emocional, se toma prestado del enfoque Waldorf para la educación integral de los niños. El Colegio Jacarandá comienza cada día, en cada grupo de estudiantes, con el ritual conocido «La Velita». Durante este tiempo juntos, alumnos y profesores encienden una vela para fomentar un ambiente de calma, concentración y atención. Estableciendo la intención para el día, cada alumno y profesor comparte un deseo o pensamiento sobre el día. Puede ser cualquier cosa, desde cómo se sienten hasta cómo quieren que vaya el día. Según Waldorf, la repetición diaria de este ritual ayuda a los alumnos a sentirse estables y seguros, contribuyendo significativamente a su resiliencia emocional. Una práctica diaria como la «velita» ofrece la oportunidad de aprender a gestionar las emociones mientras los alumnos se enfrentan a los retos de la vida cotidiana y académica.

Una de las maravillosas docentes de Jacaranda nos comparte sus impresiones sobre esta importante práctica diaria. 

El ritual de la velita es súper importante en nuestra salón porque crea un espacio donde los niños se sienten escuchados y valorados. Este momento es muy liberador para ellos, ya que pueden compartir lo que sienten y piensan sin miedo a ser juzgados. No solo es beneficioso para ellos, también es muy importante para mí, como maestra. A veces, yo tampoco estoy bien, y este espacio me da la libertad de compartir mis emociones y explicarles a los niños el porqué de mi estado de ánimo.

Cuando encendemos la velita, aprovechamos para hablar de cosas que han pasado, pensar en cómo podemos mejorar y compartir un poquito de nuestras vidas. Esto nos acerca y fortalece nuestras relaciones. También, gracias a la velita, podemos entender mejor por qué cada niño actúa de cierta manera o qué cosas les preocupan o alegran.

Al principio, algunos niños pueden estar más cerrados, pero poco a poco, con este espacio seguro, se animan a abrirse y eso les ayuda a sentirse mejor y más conectados con los demás. La velita realmente nos permite conocer y apoyar a cada niño de una manera más profunda y significativa.

En la luz suave de la velita, hay una sensibilidad que nos envuelve a todos. Compartimos más que palabras; compartimos nuestras experiencias y sentimientos, creando un lazo fuerte que nos une en cariño y comprensión.

-Lea Buton, Profesora de Tercer Grado

Referencias: 

Fábrega, A. L. (2023). The Learning Game. Harriman House Limited.

 Gatto, J. T. (2017). Dumbing Us Down - 25th Anniversary Edition. New Society Publishers. 

Waldorf Resources. (n.d.). https://www.waldorf-resources.org/

Anterior
Anterior

Contrarrestando la Dependencia Intelectual con el Aprendizaje Basado en Proyectos

Siguiente
Siguiente

Devolviendo la Emoción por El Aprendizaje